La Economía y el Medioambiente II

¿POR QUÉ ES TAN COMPLICADO ABORDAR EL CAMBIO CLIMÁTICO?


Como ya vimos en la entrada anterior sobre el medioambiente y la relación con la economía, nuestras acciones diarias repercuten continuamente en el medioambiente. Uno de los efectos más llamativos de nuestra actividad en el medioambiente es el cambio climático.  

Se ha convertido en el objeto de discusiones políticas, cumbres internacionales, investigaciones científicas… ¿Pero, porque es tan complicado abordar el cambio climático?

Si bien los científicos están de acuerdoen que el cambio climático está ocurriendo y que nuestra actividad económica está contribuyendo a él, existen grandes brechas en la comprensión científica de los procesos involucrados y los costes de contenerlos.

Los conflictos de intereses sobre el alcance y los métodos de reducción dificultan que los gobiernos nacionales adopten estrategias de apoyo amplio para mitigar la degradación ambiental. 
Además, los propietarios y empleados de compañías que producen o usan combustibles fósiles anticipan pérdidas de ingresos como resultado de políticas para reducir las emisiones y gastan mucho para influir en la opinión pública sobre cuestiones ambientales.
La falta de información adecuada y los conflictos de interés son impedimentos para una buena política pública en muchas otras áreas, pero el cambio climático plantea dos desafíos inusuales: el problema no puede ser resuelto por los gobiernos nacionales actuando solos, y los afectados por nuestras elecciones de hoy incluyen generaciones en el lejano futuro.


El Cambio Climático es un problema global, por lo que la actuación en solitario de los gobiernos nacionales no tiene tanta efectividad como en otro tipo de problemas.
Esto implica unos costes nacionales, con beneficios globales. Lo que puede ser problemático cuando los costes o los beneficios no son los mismos para todos los países.
Por ello es muy importante la existencia de acuerdos y cumbres internacionales que permitan poner unas medidas comunes a todos los países

El cambio climático constituye también un problema de desarrollo, en la medida en que los efectos adversos del mismo se hacen sentir de manera especial en los países más pobres y más vulnerables al cambio climático.
Con carácter general son los países en desarrollo quienes cuentan con capacidad menor de adaptación y, en consecuencia, quienes sufrirán en mayor medida las consecuencias del cambio climático a pesar de haber contribuido mucho menos a la aparición del problema.

Generaciones sin representación

En muchos países, se han adoptado políticas públicas para abordar otros tipos de efectos ambientales externos, como la contaminación local, bajo la presión de los votantes que soportan los costos de estos efectos.
Pero las generaciones futuras que soportarán las consecuencias de nuestras decisiones no están representadas en el proceso de formulación de políticas de hoy. La única forma en que el bienestar de estas generaciones no representadas se tendrá en cuenta en las mesas de negociación ambiental de todo el mundo es el hecho de que la mayoría de las personas se preocupan y desean comportarse de manera ética con otras personas.
Estas preferencias sociales subyacen en los debates entre los economistas sobre cuánto debemos valorar los beneficios y costos futuros de las decisiones sobre el cambio climático que tomamos hoy.

 Relación beneficio-inversión de las medidas coste-efectivas  (miles de millones de dólares)
Imagen original aquí


Recomendaciones

Participación no solo del gobierno. Con la posibilidad de financiamiento por parte del sector privado de medidas económicamente atractivas y con un importante potencial de mitigación, el papel del gobierno podría encaminarse a eliminar barreras y activar las palancas necesarias para facilitar la ejecución de estas medidas por parte de particulares.
Normas de eficiencia energética. Acelerar la actualización de normas de eficiencia energética implicaría una transición hacia productos menos contaminantes y un ahorro tanto en el consumo de combustibles como de electricidad.
Transformar el modelo regulatorio. En lugar de que el marco regulatorio actual se enfoque en otorgar permisos como los de aprovechamiento y producción, elevando así los costes de entrada, éste debería enfocarse en la inspección. Para ello es necesario un sistema de monitoreo y seguimiento robusto basado en incentivos para la autoevaluación de los propios productores.
Acceso a infraestructura. Promover la ampliación de la infraestructura necesaria que facilite el acceso y transporte de bienes de consumo, así como insumos productivos. Esto incluye la ampliación de las líneas de transmisión y distribución de electricidad en zonas con potencial de desarrollo de proyectos de generación tanto mediante energías renovables como de sistemas de cogeneración. Además de la expansión de la red de gasoductos, lo cual permitiría la sustitución de combustibles en industria.
Transparencia de la información. La falta de información genera incertidumbre y desconfianza para la inversión, por lo que la existencia de sistemas de información concentrados, que se mantengan actualizados, con el máximo nivel de desagregación posible y que mantengan su credibilidad, es fundamental para incentivar la inversión.
Mantener una visión de largo plazo. Tomando en cuenta el horizonte de los compromisos firmados en el Acuerdo de París a 2030. Si bien la voluntad política no es suficiente, es necesaria, por ello los países deben de mantener una visión de largo plazo en el tema ambiental, más allá de cada sexenio. Para esto se requiere la creación de mecanismos de monitorización que permitan rastrear y transparentar los recursos destinados a la implementación de aquellas medidas que impacten en la mitigación y adaptación. De esta manera se podrá evaluar la efectividad del gasto, así como de la política ambiental.

Transitar hacia una economía baja en emisiones, y por consiguiente la implementación de medidas de mitigación, no es tan solo una oportunidad para ser solidarios con nuestras siguientes generaciones sino la posibilidad de atender una oportunidad real de crecimiento sostenible para el país.

María Otero Romero

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